Actualmente hay instalados cerca de 36 mil 600 cajeros automáticos de criptomonedas. La mayoría de ellos se encuentran en Estados Unidos y más del 69.9 por ciento son usados en el mundo.
Desde que se instaló el primer cajero automático (ATM) de criptomonedas el 29 de octubre de 2013 el mundo encontró en las criptomonedas una manera más fácil de operar, nueve años después el mundo ha valorado los ATM en más de 46.4 millones de dólares, impulsado por las remesas y el aumento de las instalaciones de cajeros automáticos de criptomonedas.
Y es que, los cajeros automáticos pueden ayudar, ya sea ayudando a girar la rueda de la economía local, con depósitos y retiros, o consolidando una nueva oferta de contacto para atender y estimular la relación entre los clientes y los bancos.
El mundo actual y la rutina de la gente se vuelve cada vez más digital, principalmente en el sector de las finanzas que ha cambiado la forma en que los bancos realizan los procesos, pero no son los únicos pues ahora existen fintech o empresas dedicadas a hacer lo mismo que los bancos, utilizando alterativas diferentes como las criptomonedas o blockchain.
De efectivo a códigos
Uno de los procesos que la gente más utiliza son las transacciones, y ya que, las soluciones de autoservicio representan un gran elemento en la industria bancaria, no es difícil imaginar como los cajeros automáticos en los tiempos de Open Banking han sido capaces de brindar servicios electrónicos, numerosos canales de atención y la experiencia física deseada por los clientes.
Además, esto permite la posibilidad de que la gente obtenga su dinero de las formas en que ellos así lo deseen. Es precisamente en este punto que los cajeros automáticos pueden asumir cada vez más un papel como enlace en este ecosistema conectado. Así las personas acceden a las redes de manera práctica, sin limitar la presencia de billetes es fundamental, incluso convertir su dinero en la blockchain en uno fiat.
En este sentido, los cajeros automáticos pueden ayudar, ya sea ayudando a girar la rueda de la economía local, con depósitos y retiros, o consolidando una nueva oferta de contacto para atender y estimular la relación entre los clientes (incluidas las pequeñas y medianas empresas, los clientes tradicionales) y los bancos. Las soluciones de autoservicio son un remedio para reducir cualquier brecha en el acceso a los servicios, físicos o digitales,, incluso de código. En cada máquina siempre habrá un puente disponible para aquellos que quieran ir y venir de un lado a otro de la experiencia bancaria.
No ofrecer esta posibilidad, por tanto, es renunciar a una posibilidad real de construir una relación eficiente con el público de ahora y de mañana, que no sólo dependa de los bancos sino de los demás sistemas.
